Ir y venir. Eso es lo que él hacía. Llegó y después de un tiempo se marchó para volver en el momento menos oportuno.
Ella no quería saber nada más de él, pues en el fondo era lo mejor. Pero indirectamente se acaba enterando de todo lo que le pasa y, sin una explicación lógica, oye su nombre en todos lados. Si se pone a escuchar la radio, dicen su nombre repetidamente y lo mismo le ocurre si enciende la televisión.
"Ojalá no hubieras aparecido en mi vida" pensaba ella. Pero sabía que el destino o lo que Dios quiera que fuese no podía remediarse.
Tras pensar las cosas fríamente, ella se daba cuenta de que no merecía la pena sentir esa sensación de "odio" cada vez que escuchaba su nombre y tampoco merecía la pena siquiera recordarle. Ella sabe que tiene a quien verdaderemente quiere y no le importa nada más que eso.
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