Hay ocasiones en las que uno tarda
una fracción de segundo en aceptar la
brusca ausencia de todo lo que le ha
pertenecido: igual que la luz es más
veloz que el sonido, la conciencia es
más rápida que el dolor, y nos
deslumbra como un relámpago que
sucede en silencio
No hay comentarios:
Publicar un comentario